Retratar la infancia


Dice Ana María Matute que "la infancia es más larga que la vida". Y es que la memoria no es el mejor recurso para recordar, si lo que queremos es reproducir exactamente lo que ocurrió.

En la infancia cabe todo, lo que fuimos y lo que jamás sucedió. Es fácil idealizar la infancia y sobrevalorar la inocencia. Ponemos en nuestros hijos lo que no vemos en nosotros y ellos reciben el testigo, porque todos entendemos mil idiomas. Es una manera de reparar nuestra propia incompletud.

Infancia es un término tan ambiguo como inquietante. Cronológicamente tiene los límites más o menos definidos, los diez o doce primeros años de vida, pero esto no siempre ha sido así. Ni siquiera hoy, según dónde estemos.

¿Por qué pedimos a los niños que sonrían en las fotografías? Parece un gesto inconsciente, una forma de vehiculizarlos hacia un recuerdo de ellos mismos siendo felices, queridos, mirados y completos. ¿Pero qué es eso de "infancia feliz"?. Parece que tiene que ver más con los adultos que con los niños, con esa necesidad de dulcificar el pasado, de apaciguar a la bestia, de reconciliarnos con nosotros mismos. Es legítimo, ¿Por qué no?.

Pero hay ojos que se atreven a mirar la infancia en toda su complejidad. Filias y fobias, temores y deseos, la angustia, el terror, el terror sin nombre... Toda una legión de fotógrafos que nos llevaron directamente a revisar en nuestros archivos y quizás a mirar atrás con cierto dolor. Diane Arbus, Emmet Gowin, Lewis Hine, Helen Levitt, Ralph Eugene Meatyard, August Sander, Roger Ballen, Nelli Palomäki... Pero hoy me detengo en Ingar Krauss.

Ingar Krauss comenzó a retratar niños a raíz de mudarse a una casa a las afueras de Berlín, casi lindando con Polonia. El no-bullicio, el jardín de atrás y los niños que crecían sin ningún remedio. Parece que esto fue lo que instó a retratar la infancia, primero la más próxima (a sus hijos y sus amigos), luego la más íntima (niños de orfanatos, prisiones e instituciones estatales de la antigua Unión Soviética). Ambas infancias, la "feliz" berlinesa y el "horror" soviético, conservan esa mirada inquietante que sólo los niños saben enseñarte, si los miras entornando los ojos, justo a la altura de los suyos.


©Ingar Krauss



Comentarios

  1. qué bueno! gracias. me he quedado atrapado aquí. quieto para la foto.

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  2. el otro:

    http://www.youtube.com/watch?v=jesu2eDiwfU&list=FLkDDjtjLTRev019n_X1OSrQ&index=1&feature=plpp_video

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  3. Pepe, te enseñaré el trabajo de Ingar Kraus. En internet hay bien poco y es una lástima. A cambio, me tienes que recomendar unos cuantos autores de poesía, mi cara B me lo pide a gritos y no sé por dónde empezar...

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  4. Realmente atrapado, querida Pepa. Muchas gracias :)

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