Karl Blossfeldt

En realidad Karl Blossfeldt no tenía ningún interés en ser un poeta de la imagen. Aprendía el oficio de escultor y modelador de fundición artística. Los motivos vegetales que fotografiaba le servían de pretexto para inspirarse a la hora de trabajar el metal e impartir sus clases de dibujo...

Karl me recuerda a estos actores secundarios tan buenos que se hacen imprescindibles en tu vida. Es el Edward G. Robinson de la fotografía. Se hace difícil vivir sin tener a G. Robinson en alguna circunvolución del cerebro.

Impecable en el dominio de la técnica, maestro en mostrar la simetría, la forma, la luz, el detalle, la textura... y Joseph Raven sigue contándonos más secretos de Blossfeldt y mostrándonos sus fotografías en una pantalla gigante, estoy tan a gusto que me doy hasta envidia.

Soy de esa clase de gente que ha tenido una tata de toda la vida. Mi tata no lee, pero veía la tele todos los días de cinco a ocho horas. Tiene una cultura cinematográfica vastísima, no habla inglés, pero se sabe todos los repartos de cualquier película americana, española, inglesa, francesa e italiana. Qué hubiera sido de la tata si se hubiera podido matricular en Princenton, y qué hubiera sido de Princenton. El caso es que Blossfeldt, G. Robinson, Raven y la tata están sosteniendo una red humana que nos hace a todos  indiscutiblemente mejores.

Zarpo con las naves a ritmo de maratón, no me cabe ser de otra manera.

©Karl Blossfeldt

Comentarios

  1. precioso. y C también.

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  2. Fantástico Pepa, creo que gracias a Raven, Blossfeldt nos ha fascinado a más de uno.
    Nunca había oido esto y me ha encantado , "estoy tan a gusto que me doy hasta envidia".

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