Bernd y Hilla Becher |
Una concepción fotográfica con sello propio. Fotografías de torres de agua, depósitos de gas, hornos de cal, silos de cereales, naves de fábricas… Cielos grises, lo suficientemente iluminados para centrar la mirada en cada detalle del objeto de la imagen. Ni más ni menos.
En sus fotos no se muestra el entorno donde se encuentran esas edificaciones, no interesa, nos desviríamos del objeto de estudio.
Si tuviera que definirlos con una palabra sería “RIGOR”. Un rigor llevado al extremo. Una mirada quirúrgica que creó escuela cuando Bernd Becher acepta la cátedra en la Academia de las Artes de Düserldorff en 1976, con la condición de que la docencia no le impidiera seguir esta labor documental a la pareja.
Esta tendencia fotográfica desapasionada viene dela mano de August Sander (1876-1964) fotógrafo alemán que por fuera de su estudio comercial, archivaba obra con un riguroso método medido al detalle, huyendo de la expresividad de los fotógrafos experimentalistas alemanes. Sander tenía tres conceptos guía: “ver, observar y pensar correctamente”. Retratos frontales de personas con sus utensilios que sugieren cuál es su profesión. La cara de los modelos enfocada minuciosamente. Por entonces la relación entre lafigura y el entorno de trabajo tratado de esta manera era novedosa. Un procesode distancia y aislamiento que curiosamente desenmascara las cualidades de los sujetos, como la relación de los unos con los otros.
Los treinta años de docencia de los Becher ha dado lugar a numerosos artistas de enorme prestigio, que a su vez consolidaron esta estética fotográfica. Andreas Gursky, Candida Höfer, Axel Hütte,Thomas Ruff, Thomas Stuth, Petra Wunderlich, Jörg Sasse… son conocidos en el mundo del arte como la “clase Becher”.
Los artistas de esta nueva fotografía alemana, de la Escuela de Düserldorff tienen un denominador común. La mirada es distante, sobria, clínica. Pero igualmente sugerente y abierta a que el espectador las interprete a su manera. Fotografías que encierran un misterio, que hacen un silencio. Do sostenido.
Después de tantos meses sigue haciendo mucho calor, el eterno “constant heat” me lleva a un lugar pálido. Gélido. Me gustan los iglús de naranjada de Scarlett Hooft Grafland que Rafael Roa nos presentó en su blog.
Vila Matas habla de la mujer glaciarmente inteligente que fue Fleur Jaeggy. Enric González describe sus relatos como desprovistos de todo sentimentalismo. Es, dice, el frío del ambiente el que otorga valor a los sentimientos cuando éstos aparecen, el mismo valor que cobra en una morgue cualquier señal de vida.
Porque cierta glacialidad también revela sentimientos…